sábado, 12 de noviembre de 2016

Herramienta de instrucción masiva


¡Qué experiencia tan curiosa! El otro día viví en mi centro educativo dos maneras completamente opuestas de entender el uso de las nuevas tecnologías en la enseñanza. La primera me la encontraé a primera hora de la mañana, cuando casualmente escuché cómo dos profesoras comentaban con gran preocupación un incidente que había sucedido con una alumna. Al parecer la chica había usado su móvil en el instituto, cosa que según el reglamento de régimen interior está prohibida. El caso es que finalmente y sin saber muy bien cómo, el teléfono desapareció, con lo que se armó un buen jaleo intentando encontrar al presunto responsable de lo que parecía ser un robo. La solución para evitar este tipo de problemas, según estas dos profesoras, estaba bien clara. Lo que hay que hacer, en su opinión, es prohibir totalmente el uso de estos aparatos infernales en un centro educativo, puesto que únicamente dan problemas y generan conflictos. Si hay una urgencia, los padres pueden localizar a los alumnos llamando al teléfono del instituto, de modo que el teléfono es innecesario. Por otra parte, cuando los alumnos llevan el teléfono a lase lo que consiguen es distraerse y despistarse, puesto que pasan el tiempo preocupados por mirar el correo y el What's App en vez de atender al profesor. La cosa está bien clara: el teléfono es enemigo de la enseñanza. En las aulas lo que hay que hacer es estar bien calladito escuchando las explicaciones y usando lápiz y papel, como se ha hecho durante toda la vida.
Tal vez se trate de una visión algo extrema, pero desde luego está bastante generalizada. Lo curioso del caso es que esa misma mañana, apenas una hora después, cuando iba a entrar en mi clase de valores éticos para explicarles a mis alumnos la ética de Kant, el coordinador TIC me abordó en el pasillo para pedirme un favor. En el aula donde yo tenía que dar mi clase se acababa de instalar un nuevo punto de acceso WiFi y él quería comprobar si la conexión funcionaba adecuadamente. Para ello hacía falta que los alumnos se conectasen con sus móviles a Internet, lo cual requería darles la contraseña de acceso a la red WiFi del centro. Cuantos más alumnos se pudieran conectar, mejor, puesto que de lo que se trataba era de comprobar si la conexión soportaba un gran flujo de datos sin saturarse. Menudo papelón, pensé yo, ¿y ahora qué hago?
Supongo que en una situación como esta es cuando hace falta ser flexible y tener capacidad de reacción. Esta vez, afortunadamente, logré superar el reto. En vez de explicar yo mi lección, pensé, tal vez podría pedir a los alumnos que la consulten en Internet usando sus móviles. En realidad, toda la explicación está a disposición de los alumnos en un enlace de mi blog. Así que les pedí que usando su móvil leyeran mi presentación sobre la ética de Kant, y que trabajando por parejas respondieran a la actividad final que aparece en la última diapositiva. Confieso que no era ese el plan que tenía inicialmente previsto para mi clase, pero he de decir que funcionó estupendamente. Ni que decir tiene que cuando dijimos a los alumnos que sacaran los móviles hubo un clamor de entusiasmo en la clase. Pero mis más espantosos temores, que tenían que ver con el uso que pudieran hacer de la conexión a Internet, no tenían realmente fundamento. Resulta que los alumnos estuvieron trabajando estupendamente. Mi explicación magistral, lenta y aburrida, está claro que era innecesaria. La presentación y los apuntes que están en mi blog eran más que suficientes para que los alumnos se enterasen del tema. Y de este modo trabajaban a su ritmo, compartiendo dudas y haciendo las tareas de manera colaborativa. Me quedé pasmado de lo bien que funcionó todo. El único problema, si nos poemos a buscarlo, está en que de este modo los contenidos se cubren a toda prisa. ¡Los alumnos son mucho más rápidos que yo! Si repito esta manera de enseñar, cosa que seriamente me estoy planteando, me hará falta cambiar un poco mi enfoque para disponer de suficientes materiales disponibles...
¡Qué coincidencia tan curiosa! En un mismo día he vivido dos maneras completamente opuestas de entender el uso de los móviles en una clase. Decididamente, me quedo con la segunda experiencia, que me ha permitido vislumbrar lo que podría ser la educación si nos atrevemos a perder el miedo a la tecnología y sobre todo a la libertad de los alumnos y del profesor...

1 comentario:

  1. No parece muy de "lazy teacher" tener que preparar material tan arduamente para que se lo fumen en poco tiempo; ¿que hayan encontrado las respuestas en el material ya entregado y elaborado implica que la mayoría ya se ha empapado de Kant?

    ResponderEliminar