Después de varios días tratando de poner en práctica en mis clases esta nueva manera de enseñar, creo que ya puedo decir que me he encontrado con las primeras dificultades. ¡Ya iba siendo hora! Tampoco se puede esperar que todo salga bien a la primera, claro está. El caso es que noto una gran diferencia entre las clases de Valores Éticos (para alumnos de entre 12 y 16 años) y las de Historia de la Filosofía, dirigidas a alumnos de 2º de Bachillerato. Por lo que he experimentado hasta ahora, me ha resultado mucho más fácil modificar mi manera de enseñar con los alumnos más pequeños, mientras que el cambio metodológico me resulta mucho más complicado con los estudiantes más mayores. En gran parte esto puede deberse al peso académico de la asignatura, mucho mayor en el caso de la Historia de la Filosofía que en la optativa de Valores Éticos. Pero también creo que tiene que ver con el complejo y extensísimo contenido expositivo de la Historia de la Filosofía en 2º de Bachillerato, que lleva a muchos profesores a convertir sus clases en densas e inacabables conferencias sobre los 12 autores del temario.
Precisamente la idea de intentar el modelo de la "Flipped classroom", utilizando para ello el libro de texto que he escrito para esta asignatura, pretendía evitar ese enfoque transmisivo, aburrido y pesado que solía caracterizar mi manera de enseñar esta materia. Ahora que muchos de mis alumnos ya han adquirido el manual, me sorprende encontrar que aún siguen tomando apuntes de mis explicaciones en clase en lugar de subrayar o comentar el texto que tienen ante sus ojos. ¿Será que estoy haciendo algo mal? A lo mejor debería sustituir por completo mis explicaciones por una opción alternativa, como por ejemplo pidiéndoles a ellos que sean los que expliquen el tema a sus compañeros haciendo turnos y poniéndoles nota de acuerdo con su exposición. O tal vez sería bueno, como sugiere la orientadora, que yo me animase a grabar mis propias explicaciones en vídeo, para que los alumnos pudieran, al estilo americano, verlas en casa y aprovechar la clase para debatir o para hacer actividades. Sin embargo, siempre me queda la duda de si este enfoque estaría a la altura de las necesidades de unos alumnos que deben, con muy poco tiempo y mucha presión, prepararse adecuadamente para unos exámenes oficiales en los que se juegan su futuro académico en la universidad. Hasta ahora siempre me había limitado a hacer experimentos con gaseosa, dejando aparte las clases de 2º de Bachillerato por lo serio y comprometido que es este curso. ¿Será quizá este el momento para intentar ir un poco más allá, atreviéndome a probar con más audacia esta metodología alternativa? ¿No encontraré resistencias por parte de los propios alumnos y de sus familias, que en el fondo lo que quieren es encontrar a un profesor "que explique bien" para entender los contenidos y memorizarlos de cara a sus exámenes? ¿Qué pensarán mis compañeros y mis superiores administrativos de todas estas innovaciones? Y sobre todo, ¿qué pienso yo mismo? ¿Estoy de verdad decidido a cambiar? ¿No seré yo mismo, con mis miedos y mis inseguridades, quien anda intentando sabotear el éxito de esta nueva forma de enseñar?
"Quien escribe dos veces lee", ¿qué tiene de malo tomar apuntes aunque ya esté en los libros?. A mí me suele ayudar a no desconectar y a sintetizar.
ResponderEliminarDe todas tus preguntas la que más me interesa es ¿qué piensas tu mismo?
Un abrazo!