Emprender cambios y enfrentarse a una nueva manera de hacer las cosas no
suele ser una tarea fácil. Los psicólogos definen este proceso como la
salida de nuestra zona de confort, un lugar en el que sentimos la
familiaridad de nuestras rutinas y de nuestros hábitos, a los que nos
hemos acostumbrado con el tiempo aunque a veces resulten ciertamente
problemáticos o disfuncionales. Hay un conocido vídeo de Youtube en el
que esto se explica con gran claridad y bastante gracia:
Para ayudarme en este proceso de cambio, que supone abandonar mi personal zona de confort como profesor, creo que puede ser muy útil disponer de una lista de ideas básicas a la que pueda remitirme en momentos de incertidumbre o de zozobra. Mi propuesta es la siguiente:
DECÁLOGO PARA EL CAMBIO
- PREPARA BIEN TUS CLASES. Si quieres que las cosas salgan bien, diseña cuidadosamente las actividades en el aula y evita las prisas, las chapuzas y las improvisaciones.
- EL ALUMNO ES EL CENTRO. Cuando estés planificando tus clases, en lugar de preguntarte "¿qué voy a hacer yo en el aula?" conviene que te preguntes "¿qué es lo que van a hacer mis alumnos para aprender en esta sesión?"
- DATE PERMISO PARA EQUIVOCARTE. Nadie es perfecto y nadie hace todo bien a la primera. Los alumnos también aprenden equivocándose. Dales permiso a ellos para cometer errores, y date permiso a ti mismo para fallar. Equivocarse no es ninguna tragedia. Sólo perdiendo el miedo al error se puede crecer y mejorar.
- HABLA MENOS TÚ Y DEJA HABLAR MÁS A LOS ALUMNOS. Pasarse la hora hablando no es una buena manera de enseñar. En Inglaterra aprendí una frase estupenda que resume esta idea: "Hablar no es enseñar, y enseñar no es aprender". También tienen otra igualmente buena: "Quien habla es quien aprende". Si hay un video en YouTube que explica lo que quieres contar, ¿por qué tienes que aburrir a tus alumnos hablando tú?
- ORIENTA A TUS ALUMNOS. Empieza las clases explicando brevemente qué es lo que vais a hacer en la sesión, y termínalas recapitulando qué es lo que hemos aprendido. Esto orienta a los alumnos y ayuda a centrar su atención.
- MUÉSTRATE COMO ERES EN CLASE. No tengas miedo a exponer tus sentimientos, tus ideas o tus opiniones en clase. Muestra a tus alumnos cómo lo que enseñas te apasiona, te interesa y te emociona. Date en primera persona si quieres que la comunicación con tus alumnos vaya más allá de un frío y formal intercambio de conceptos académicos.
- ESCUCHA Y APRENDE. En una clase el profesor no es el único que tiene cosas que enseñar. Los alumnos tienen mucho que aportar, y tú tienes mucho que aprender. Pero para ello hace falta que adoptes una actitud de apertura, de humildad y de escucha. Sólo así podrás, además de enseñar, también aprender de tus alumnos.
- CONFÍA EN TUS ALUMNOS. Adoptar un estilo de enseñanza horizontal, colaborativo y participativo supone cambiar el modo de gestionar tu clase. En este modelo el poder ya no está completa y absolutamente en tus manos. Confía, pues, en tus alumnos, y cree en su capacidad para aprender y para organizarse en lugar de intentar controlar todo lo que ocurre en el aula.
- REDEFINE TUS EXPECTATIVAS. En el modelo de enseñanza-aprendizaje tradicional resultaba habitual que el profesor esperase de sus alumnos una conducta sumisa y un silencio completo. Pero en un modelo participativo y abierto el ruido, el movimiento y un cierto desorden aparente pueden ser necesarios y muy productivos para ayudar a los alumnos a aprender. Replantéate cuáles son tus expectativas para aprender a convivir con esta nueva situación.
- ENCUENTRA TU SITIO. Cuando te asalten las dudas, la angustia y la zozobra, recuerda que has sido tú quien ha elegido, desde la libertad, esta manera de vivir tus clases. Si sientes que te tambaleas, plantéate tan solo estas dos preguntas: a) ¿Están los alumnos felices, trabajando en un clima de seguridad y de respeto? b) ¿Están aprendiendo? Si la respuesta a las dos preguntas es afirmativa, entonces todo va bien y lo demás, sea lo que sea, no importa.
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